¿Qué es el autismo?
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por dificultades en la comunicación y la interacción social, asociado a comportamientos repetitivos y/o intereses marcados por objetos o temas específicos. La designación de espectro se asignó por la variabilidad de los síntomas, desde las formas más leves a las más graves.
Las estimaciones de la prevalencia de los TEA han variado en función de la metodología de los estudios y de las poblaciones evaluadas. En una revisión sistemática de 2010, la prevalencia global de TEA fue de 7,6 por 1000 (1 de cada 132 niños). La prevalencia global en Europa, Asia y Estados Unidos oscila entre 2 y 25 de cada 1000 (o entre 1 de cada 40 y 1 de cada 500 niños). A nivel mundial, es tres veces más frecuente en niños que en niñas.
Síntomas del autismo
El autismo suele manifestarse en los 3 primeros años de vida, sobre todo entre los 15 meses y los 3 años, cuando se espera que las habilidades comunicativas del niño estén muy desarrolladas. Los signos de alarma incluyen:
- No señalar con el dedo para pedir o mostrar a los 16 meses
- Utilizar poco el contacto visual al hacer peticiones y en la comunicación en general.
- No responder a su nombre
- No participar en bromitas y juegos de imitación (por ejemplo, aplaudir).
- Ser muy independiente a una edad temprana, es decir, no solicitar/involucrar a los demás.
- Mostrar comportamientos repetitivos, como girar objetos o alinear formas y colores.
- No utilizar frases de dos palabras a la edad de dos años, o no decir palabras que solía decir.
Sin embargo, se requiere una evaluación detallada e integrada para confirmar la importancia de estos síntomas. Algunos niños presentan síntomas aislados que no se corresponden necesariamente con un diagnóstico de TEA.
La dificultad para descodificar las acciones y pensamientos de los demás, el retraso en el lenguaje (frecuente pero no obligatorio), la necesidad de estimulación sensorial o la hipersensibilidad a determinados estímulos (por ejemplo, estímulos sonoros), pueden asociarse a rabietas frecuentes difíciles de calmar, agresividad o comportamiento extraño hacia otras personas.
Algunas afecciones con síntomas más leves pueden hacerse evidentes más tarde (después de los 3 años), cuando hay mayores exigencias en el comportamiento social del niño / adolescente.
Los intereses específicos pueden determinar que el niño destaque en habilidades concretas, por encima de lo esperado para su edad (por ejemplo, conocer todas las marcas de coches, o los números y las letras a una edad temprana). Sin embargo, en las situaciones de TEA, hay otras habilidades importantes que se han dejado de lado, especialmente desde el punto de vista social.
Causas del autismo
Aún no se conoce bien el origen de los TEA. Hay consenso sobre la importancia de los factores genéticos, de los genes que actúan en el desarrollo del cerebro, sobre todo en el complejo sistema de comunicación de las neuronas. La importancia de la genética se hace evidente cuando hay otras personas con TEA en la misma familia y cuando se identifican mutaciones y otros tipos de alteraciones en los estudios genéticos.
Es posible que factores ambientales como el uso de determinados medicamentos durante el embarazo, las toxinas o un entorno desfavorable afecten y modifiquen la expresión de los genes, contribuyendo a la variabilidad de los síntomas observados en los TEA.
Como grupo, existen pruebas de cambios en el funcionamiento cerebral de los niños con TEA que afectan al procesamiento de la información necesaria para el aprendizaje social: contacto visual, procesamiento de la expresión facial y lenguaje.
Es importante señalar que, a pesar de todas las corrientes históricas que relacionan el autismo con las vacunas, no existen pruebas científicas que respalden esta asociación si se tienen en cuenta los estudios recientes de buena calidad.
Diagnóstico del autismo
El diagnóstico del autismo se basa en síntomas/comportamientos definidos internacionalmente. Se realiza en las consultas de Neurodesarrollo/Pediatría del Desarrollo, Psiquiatría del Niño y del Adolescente o Neuropediatría por médicos con experiencia en esta área. Es necesario integrar los datos de la historia del niño y de la familia con la observación y las pruebas específicas del desarrollo. Sin embargo, las pruebas de laboratorio como el dosaje de neurotransmisores no tienen ninguna indicación para el diagnóstico del TEA.
Cuando se presenten signos de alarma, debe realizarse una evaluación precoz para valorar el grado de preocupación y la necesidad de medidas específicas. Algunos niños presentan síntomas leves y pasajeros que, con las medidas adecuadas, se atenúan con la edad. Por esta razón, no debe haber un diagnóstico definitivo a una edad muy temprana. Lo más importante es reconocer que hay señales de alarma e intervenir de forma adecuada.
Tratamiento del autismo
Existen varios modelos y paradigmas de intervención en TEA, que trabajan esencialmente con estrategias conductuales en una fase inicial. Pueden implicar Análisis Conductual Aplicado (ABA), Logopedia, Psicomotricidad, Terapia Ocupacional, Psicología, Psiquiatría, Técnicos de Atención Temprana, en función del perfil del niño y de los recursos y experiencia de cada lugar. El número de horas de estimulación es muy importante, lo que implica que padres y educadores deben estar implicados, para que haya coherencia en la forma de interactuar con el niño.
Es importante controlar el éxito de las medidas instituidas en las citas médicas de seguimiento para hacer los ajustes necesarios.
En algunas situaciones, a los niños les viene bien tomar medicación para estar más serenos, más atentos y colaboradores para poder beneficiarse de otros tipos de intervención.
Las alteraciones del sueño son más frecuentes en los niños con TEA y deben ser tratadas, eventualmente en una consulta especializada, porque las alteraciones del sueño tienden a agravar los síntomas y tienen un impacto muy importante en la familia.
Algunos padres informan de una mejora del comportamiento con dietas específicas, pero no funcionan en todos los niños. Estos enfoques pueden probarse con el apoyo del médico tratante y la Consulta de Nutrición.
El pronóstico del autismo viene determinado fundamentalmente por el nivel cognitivo del niño y su respuesta a la intervención, sobre todo hasta los 7 años de edad. Siempre es posible intervenir y mejorar, pero los resultados son mejores con una intervención temprana.
El nivel funcional alcanzado por las personas con TEA es muy variable, desde las formas más graves que requieren la supervisión constante de otras personas hasta las formas muy leves con síntomas residuales y vida independiente.
Prevención del autismo
El autismo no se puede prevenir.
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