¿De qué se trata?
Los cálculos renales, comúnmente conocidos como litiasis urinaria o urolitiasis, corresponden a una enfermedad en la que se produce la formación de cálculos en las vías urinarias.
Son estructuras sólidas que resultan de la aglomeración de cristales que se forman debido a un cambio metabólico en el organismo.
Este cambio determina un aumento de la excreción urinaria de sustancias que favorecen la formación de cálculos, como el calcio, el ácido úrico, el oxalato y el fosfato y/o una disminución de la eliminación de sustancias que inhiben la formación de cálculos (citrato y magnesio, entre otros).
La composición química de los cristales determina el tipo de cálculo: oxalato cálcico (60%), oxalato cálcico asociado a fosfato cálcico (20%), ácido úrico (8%), estruvita (8%), fosfato cálcico (2%) y cistina y otros componentes (2%).
Aproximadamente una de cada 100 personas desarrolla cálculos urinarios a lo largo de su vida. Alrededor del 80% de ellos expulsan el cálculo espontáneamente con la orina. Su eliminación puede ser muy dolorosa, pero generalmente no causa daños permanentes. El 20% restante necesitará algún tipo de tratamiento.
Síntomas de los cálculos renales
Cuando los cálculos permanecen en las vías urinarias, pueden no presentar síntomas o desencadenar síntomas muy intensos, concretamente cólicos renales y complicaciones clínicas graves, que pueden acabar en insuficiencia renal crónica.
Cuando un cálculo renal pasa del riñón al uréter se produce un dolor intenso en la región lumbar del mismo lado, por debajo de la inserción de las costillas. Tiende a extenderse al bajo vientre y a la ingle y se presenta en oleadas que varían en intensidad.
También hay sufrimiento al orinar, y la orina puede volverse rosa, roja o marrón como consecuencia del traumatismo causado por el cálculo en la pared del uréter. Con frecuencia, se asocian náuseas y vómitos y un deseo persistente de orinar. También pueden aparecer fiebre y escalofríos. Por regla general, a medida que el cálculo se desplaza, el dolor varía en localización e intensidad.
Causas de los cálculos renales
Los cambios metabólicos más frecuentes que pueden crear las condiciones para la formación de cálculos son el aumento de la excreción urinaria de calcio, ácido úrico y oxalato y la disminución de la eliminación de citrato y, con menor frecuencia, de magnesio.
Las infecciones urinarias repetidas provocan un tipo específico de cálculos. En este caso, el tratamiento y la prevención pueden implicar el uso prolongado de antibióticos para mantener la orina libre de bacterias.
El riesgo es mayor si hay antecedentes familiares de esta afección, si tiene más de 40 años, si es varón, si bebe pocos líquidos y/o vive en climas cálidos y si su dieta es muy rica en proteínas, sodio y azúcar. La obesidad es otro factor a tener en cuenta, así como algunas enfermedades digestivas o cirugías.
Diagnóstico de los cálculos renales
Tras el primer diagnóstico de litiasis urinaria, es importante consultar a un médico urólogo que dirigirá todo el proceso diagnóstico e intentará determinar el tipo de cálculo y la alteración metabólica asociada.
El examen consiste en una observación clínica complementada con análisis de sangre y orina. La constitución química de la piedra sólo puede definirse mediante la observación bioquímica. Por lo tanto, si se ha eliminado, debe enviarse para su análisis. Si no es así, se debe instruir al paciente sobre técnicas para su recuperación, como orinar en un filtro de papel. Una vez recuperada, la piedra debe guardarse en un frasco seco.
El estudio por imagen es importante. Dependiendo del caso, puede recurrirse a la radiografía, la ecografía o la tomografía computarizada para determinar su localización.
Tratamiento de los cálculos renales
El tratamiento de la litiasis urinaria pasa por varias etapas. En la fase inicial, durante el cólico nefrítico, es esencial aliviar el dolor. En este caso, los analgésicos y los antiinflamatorios son muy importantes. En una segunda fase, si es necesario, hay que extraer o fragmentar las piedras. La fragmentación puede realizarse mediante ultrasonidos. Su extracción se realiza a través de la uretra o practicando una pequeña incisión en la región dorsal.
Dado que la formación de cálculos urinarios es el resultado de una alteración metabólica crónica, una vez que se presenta un primer cálculo, el paciente siempre será susceptible a la formación de más. Se calcula que alrededor del 50% de los pacientes no tratados desarrollarán un nuevo cálculo en un plazo de cinco a diez años. También es importante considerar en el tratamiento de la litiasis urinaria, el abordaje de las alteraciones metabólicas responsables de su formación.
Prevención de los cálculos renales
La prevención implica medidas generales, como el aumento de la ingesta de líquidos y cambios en la dieta. Es importante que los pacientes beban unos dos litros de líquido al día (tres litros en los días más calurosos) para que la orina esté menos concentrada y sea más difícil la formación de nuevos cálculos. Esta medida preventiva es muy importante ya que, en ausencia de cualquier otro tratamiento, puede reducir la formación de cálculos en aproximadamente el 60% de los casos. Se recomienda beber agua, zumo de naranja, limón o manzana. Deben evitarse el té negro, el café y los refrescos de cola.
Los cambios dietéticos pueden ser realizados por el médico urólogo y, si es necesario, complementados por un nutricionista. En general, se permite la ingesta de leche y productos lácteos, generalmente dos veces al día. Del mismo modo, debe limitarse la ingesta de grasas y azúcar. Pueden adoptarse otras medidas dietéticas específicas para cada paciente. De hecho, en función de la composición de los cálculos, es pertinente seleccionar la dieta más adecuada. Estas medidas preventivas reducen, en más del 80% de los casos, el crecimiento de cálculos ya existentes y la formación de otros nuevos.
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