Varicela: síntomas, tratamiento y prevención

¿Qué es la varicela?

La varicela es una infección vírica causada por el virus Herpes varicela zoster, responsable también de otras enfermedades, como el herpes o la mononucleosis.

La varicela es una de las enfermedades infantiles más comunes. Es tan contagiosa que más del 90% de las personas que no han tenido contacto con el virus acaban infectándose. La infección es más frecuente a finales del invierno y principios de la primavera y se contrae por contacto directo con piel infectada o con partículas de saliva liberadas por la tos o los estornudos de una persona enferma. La facilidad de contagio se acentúa por el hecho de que una persona puede infectar a otra incluso antes de que se manifiesten los síntomas.

Síntomas de la varicela

El virus puede transmitirse por secreciones respiratorias, por vía aérea cuando la persona infectada tose, estornuda o habla, o por contacto con el líquido de las lesiones cutáneas cuando se abren.

Los síntomas más típicos son la presencia de pequeñas ampollas llenas de líquido en la piel, sobre todo en el tronco, pero que también pueden aparecer en la cara, el cuero cabelludo y los genitales o incluso extenderse por todo el cuerpo. Antes de aparecer, la varicela se conoce por la presencia de manchas rosadas, planas y superficiales que, en una segunda fase, se transforman hasta formar ampollas de paredes muy finas que contienen un líquido transparente. Acaban por romperse, dejando pequeñas lesiones en la piel que se secan hasta que se forma una costra, que también suele desaparecer sin dejar marcas. Estas diferentes fases pueden estar presentes simultáneamente en el paciente. En algunos casos, se manifiesta de forma leve, formando sólo algunas ampollas. En otros, brotan por centenares, a veces incluso en el paladar o en el interior del recto y la vagina, causando grandes molestias. El picor causado es muy fuerte y puede provocar lesiones cutáneas y/o infección bacteriana.

Aunque las ampollas son el signo más visible de la varicela, hay otros síntomas como fiebre, dolor abdominal, falta de apetito, dolores de cabeza y malestar general. Estos síntomas suelen ser leves.

Aunque se trata de una enfermedad benigna, pueden producirse complicaciones, como neumonía, encefalitis (inflamación del cerebro), celulitis o shock tóxico. Es importante saber que, aunque cada persona tiene un único episodio de varicela, el virus permanece latente en las células nerviosas. Cuando se reactiva, en condiciones de enfermedad, estrés, exposición al sol, uso de medicamentos, surge en forma de una nueva enfermedad, llamada zona (también causada por el virus herpes-zóster). Esto ocurre en aproximadamente el 10% de los adultos que tuvieron varicela en la infancia.

La varicela suele ser más grave cuando se adquiere en la edad adulta, especialmente en pacientes cuyas defensas están disminuidas por otras patologías o por el uso de algunos medicamentos como los corticoides. De hecho, los adolescentes y los adultos son más susceptibles de sufrir complicaciones graves, con una mortalidad 20 veces mayor entre los 15 y los 44 años. Las mujeres embarazadas también constituyen un grupo de riesgo particular. Si una mujer no ha pasado la varicela en la infancia y la contrae durante el embarazo, sobre todo en las primeras semanas, el feto puede nacer con anomalías congénitas. Si la enfermedad se contrae en la semana anterior al parto, existe el riesgo de que el bebé nazca con una infección potencialmente mortal. Por el contrario, si la madre tiene varicela antes de quedarse embarazada, el feto recibe anticuerpos a través de la placenta o durante la lactancia, lo que reduce la probabilidad de contraerla o, si se produce, de forma muy leve.

Causas de la varicela

Está causada por el virus Herpes varicela zoster, también responsable del herpes o la mononucleosis.

Tratamiento de la varicela

El tratamiento consiste principalmente en controlar y aliviar los síntomas. El picor puede reducirse con baños de agua caliente y/o lociones de calamina en las zonas afectadas. En la cara, hay que tener mucho cuidado de no tocar los ojos.

La fiebre y el dolor pueden controlarse con analgésicos, pero es importante no utilizar aspirina en niños, por el riesgo de síndrome de Reye. Si es necesario, pueden utilizarse antihistamínicos para controlar el picor y, en casos graves, antivirales. El descanso también ayuda.

Prevención de la varicela

Teniendo en cuenta que se trata de una enfermedad contagiosa, es esencial aislar al niño infectado hasta que las ampollas se hayan secado por completo.

La vacuna no puede administrarse a personas inmunodeprimidas, mujeres embarazadas, niños menores de un año o personas sometidas a terapia con salicilatos (éstos no deben prescribirse hasta seis semanas después de la vacunación). Como cualquier otra vacuna, puede causar algunos efectos secundarios en el lugar de administración, como enrojecimiento y fiebre.

 

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